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Sevilla enamora

Villaverde del Río, pueblo ribereño con un encanto sin igual  

Su origen es muy remoto según los historiadores que basándose en las referencias que sobre la misma hacen los Plinios, tanto el Viejo como el Joven, como sus hallazgos arqueológicos, demuestran asentamientos prehistóricos correspondientes a la segunda mitad de la etapa del Bronce.

Lebrija, luz de la marisma en el Bajo Guadalquivir

Lebrija es uno de los enclaves más señeros del Bajo Guadalquivir. Una ciudad entre marismas, viñedos y alfares que se alza imperante en la frontera con la provincia gaditana. Su historia romana y medieval ha quedado impresa en todo su patrimonio artístico.

Lora del Río, una villa señorial a orillas del Guadalquivir

Lora del Río, una localidad marcada por su pasado medieval. Fundada por los caballeros de la Orden de Malta, a quienes se debe la devoción a la Virgen de Setefilla, patrona de los loreños.

La Algaba, ligada al Guadalquivir

A poca distancia de la capital andaluza se encuentra La Algaba, una localidad bañada por el Guadalquivir, el río protagonista en su historia. Ya en tiempos prerromanos existió una pequeña población bajo el nombre de Balbilis, destruida en tiempo de los visigodos. Fue en la época musulmana cuando alcanzó su mayor esplendor.

Coria del Río, cruce de culturas junto al Guadalquivir

La riqueza histórica de Coria está ligada al río Guadalquivir y al cultivo del arroz.

Tocina-Los Rosales, en el corazón de la Vega del Guadalquivir

En el corazón de la Vega del Guadalquivir se ubican dos municipios diferentes pero unidos por la historia: Tocina y Los Rosales. El primero se remonta a las primeras civilizaciones que pasaron por Andalucía. Los Rosales surge en el siglo XIX, con la instalación en la zona del ferrocarril.

Los Palacios y Villafranca, la unión de dos pueblos

Entre las marismas y La Campiña sevillana se encuentra Los Palacios y Villafranca. Un municipio fruto de la unión de dos pueblos: Los Palacios de la Atalayuela y Villafranca de la Marisma. Dos villas históricas del Bajo Guadalquivir, a los pies de la carretera N-IV, que vieron crecer su población durante el comercio con Las Indias.