Doñana se extiende en una inmensa llanura entre Sevilla y el Océano Atlántico. Sol, aire, agua y barro son los protagonistas en cientos de kilómetros a lo largo de esta enorme cubeta geológica despoblada, historia de una Andalucía erosionada, transportada y sedimentada aquí por millones de años.
Descrita por los viajeros románticos, poblada por comunidades olvidadas, transformada por la industria arrocera y redescubierta por el ecologismo, Doñana en Sevilla se ha convertido en un descubrimiento para los sevillanos, tras siglos de convivencia anónima, gracias a la curiosidad de los viajeros y a la mejora de los servicios turísticos.
En Doñana, marismas, dehesas, bosques, ríos y arrozales, junto a los propios municipios que la rodean, conforman un pequeño universo lleno de vida y biodiversidad, que a lo largo de todo el año brinda la posibilidad de disfrutar del espacio natural más emblemático, importante y conocido de todo el continente europeo. Además, este paraíso no sólo representa un hito ecológico y medioambiental, sino que, además, supone un enorme capital en materia de turismo sostenible.
Por este motivo, te proponemos profundizar en este territorio y estimular el conocimiento de la cultura, la historia y la naturaleza que los municipios que se internan en este insólito paraíso tienen que ofrecer: Aznalcázar, Isla Mayor, La Puebla del Río, Pilas y Villamanrique de la Condesa.
En definitiva, te ofrecemos un plan que incluye cinco propuestas para disfrutar y aproximarte a este entorno sevillano, joya de Europa y paraíso para los amantes de la naturaleza y la ornitología.
El Arrozal: donde la historia, la cultura y la biodiversidad conviven en armonía.
La prolongación de la inundación de las tablas de arroz, más allá de la época de producción, para proporcionar alimento y refugio a las aves ha permitido convertir un espacio natural en un generador de riqueza económica para los arroceros de la zona y crear uno de los lugares favoritos de las aves para buscar alimento diariamente, contribuyendo a la biodiversidad mundial
Llegar a Isla Mayor es ya de por sí una experiencia singular. Descubrirás el pueblo que vive a ras de agua, entre arrozales. El último lugar habitado antes del vacío de la marisma te muestra una iglesia, porches tipo western y calles en torno a un poblado de colonización. Según abandones el pueblo por el oeste o por el sur, te hallarás en el arrozal más productivo de Europa, en euros y en aves.
Al dejar Isla Mayor por el sur y ataviados con el telescopio, podrás encontrar en invierno buenos bandos de grullas, moritos comunes o cigüeñas negras, que durante la estación se alimentan en los arrozales frente a La Vuelta de la Arena. Más adelante, los carrizos y cañas del Brazo de la Torre sirven de refugio de cientos de pequeños invernantes como los mosquiteros comunes y los ruiseñores pechiazules.
Un poco más al sur, al cruzar el Brazo de la Torre, encontramos la Veta de Alí con sus eucaliptos, y los arrozales de Cantarita, los preferidos por miles de gansos cada invierno. La Veta de Alí, por su parte, ofrece en sus tierras de pasto, matorral y cereales de secano, abrigo y alimento para muchas aves esteparias.
Más al sur, el arrozal comienza a aproximarse a la marisma. Volverás a encontrarte con el Brazo de la Torre en otro de sus meandros y divisarás los llanos de arbustos de El Matochar, sobre los cuales es posible avistar el Águila Imperial.
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