Santiponce Itálica

Patrimonio

Un inmenso legado por descubrir

Ermita Ntra. Sra. de la Encarnación

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En las estribaciones de Sierra Morena, cerca del arroyo de Las Torres, que delimita los términos de Gerena y Guillena, en una de aquellas cavidades o grutas formadas por piedras, se encontró la imagen de Nuestra Señora de la Encarnación. La leyenda cuenta que…

«Un hombre cruzaba las inmediaciones cuando se asustó el caballo que montaba. Todos sus esfuerzos fueron inútiles para contenerlo. Desbocándose, corría con gran velocidad sobre las sierras, sin que lograse derribar al jinete, que se sostenía sobre él a fuerza de mil trabajos. El caballo iba ya ciego con la violencia de la carrera y el hombre temía que precipitado el animal por una de aquellas alturas que horrorizaba al mirarlas, su suerte desastrosa era inevitable en la profundidad.

Mas ¡oh, prodigio! en el extremo ya de la eminencia, en el momento crítico y supremo del mayor peligro, invoca a la Santísima Virgen de la Encarnación, y en el mismo instante pierde el caballo sus fuerzas, queda parado al borde del precipicio, fija su planta sobre la piedra dejando grabada la herradura en ella, como se ve todavía, y al bajarse el jinete descubre que debajo, se halla oculta la Sagrada imagen de la Virgen, la venera, le da gracias, corre presuroso a dar cuenta de lo referido, y cunde la fausta noticia con celeridad por los pueblos de las cercanías.

Mas como quiera que la milagrosa imagen se había encontrado en término de Guillena, al que ya pertenecía aquella parte opuesta del arroyo, fue conducida inmediatamente a la iglesia parroquial, pero no tardó mucho sin que, disponiéndolo sin duda la Señora, para perpetuar la memoria de tan singular y extraordinario beneficio, se le edificara una ermita por los vecinos de Gerena, próxima al sitio de su aparición, en lo más alto de aquel terreno, a la falda de la sierra que dominaba su extensa vega, participando del verdor y frescura de las inmediaciones del arroyo, que le da un aspecto agradable, en medio de un campo árido y seco durante la estación de las grandes calores. Desde allí  se divisan muchos pueblos y caseríos, se ve Sevilla y hasta las sierras de Morón con todas sus cordilleras; no puede figurarse lugar más animado y pintoresco».

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